Viaje alucinante

Siento vértigo cuando miro al cielo precipitándome sin remedio hacia él. Cierro los ojos con la ilusión que mi caída a las alturas no tendrá consecuencias fatales al ser fruto de una de mis ficciones imposibles. Estoy seguro que cuando los abra me encontraré tumbado tranquilamente en la hamaca del jardín de casa.
No es así. Mi salto hacia la bóveda celeste es real, tan real como esa nube que me envuelve y trato de apartar inútilmente con un aleteo de manos. Al atravesar la nube en mi acelerado descenso hacia el cosmos, tengo un instante de pánico constatando la posibilidad que acabe perdido en algún lugar del firmamento. Ese sobresalto, por razones que aún no logro comprender, se diluye a medida que cruzo la estratosfera acercándome al espacio.
La ingravidez ahora balancea mi cuerpo desacelerando su bajada. No siento frío. No me es posible sentir frío contemplando el espectáculo del Universo. Me invade una sensación de triunfo al saberme un espectador privilegiado que tiene al alcance las estrellas, el guiño de la Luna, la rotación de los planetas, el vaivén de los asteroides… y consigo, por fin, el sosiego al percibir que he llegado al final del viaje. Al término de esa vertiginosa aventura que representa mirarte a los ojos.
6 comentarios
Para El Hada de los Sueños, intentando colarse por la ventana -
El Hada de los Sueños -
Para milis, con mas imaginación que yo -
Para ispilatze, la soledad de la alpinista -
milis -
ispilatze -
Dueña e insignificante quiero sentirme también mirando de nuevo "esos ojos".
Otra vez gracias, EntreLíneas, por hacer nuestros tus viajes infinitos.